Tal cual ocurre en los libros, los oasis en el desierto sí existen. Prueba de ellos es el Oasis de Siwa, unos lagos de agua salada enclavados entre dunas de arena dorada.
Oasis de Siwa está ubicado en el oeste de Egipto, cerca del Mar de Arena egipcio y en medio del desierto a 50 km de la frontera con Libia.
Siwa cubre una superficie de 80 km2 -lo mismo que mide el estado de Tamaulipas en México-. Tiene una población de 23 mil habitantes, en su mayoría, son bereberes. Ellos son los encargados de cuidar y cultivar 300 mil palmeras y 80 mil olivos. Además de los huertos frutales de la región. La naranja, la lima y el melocotón son los encargados de aromatizar naturalmente el ambiente.
Una vuelta por Oasis de Siwa
Los lagos salados no siempre han sido un remanso de tranquilidad para viajeros. Antes de 1980, Oasis de Siwa era un sitio lejano y poco visitado por extraños.
No fue hasta la inauguración -en 1985- de la carretera que conecta Siwa con Marsa Matruh que los viajeros descubrieron el encanto de este lugar.
Hay tres lagos salados principales: el más grande con 32 km2 Birket Siwa, otro llamado Birket Az-Zaytun y, el siempre seco, Birket Azmuri. También hay 230 manantiales de agua salada utilizados únicamente para fines económicos. Y dentro del territorio hay otras fuentes de agua que son usadas para obtener agua potable.
Los lagos de agua salada se originaron gracias a su ubicación geográfica. Se formaron en las cuencas de una depresión donde no tienen flujo de salida. Se cree que nacieron después de fuertes lluvias y filtraciones subterráneas.
Debido a las altas temperaturas durante el verano y a la falta de flujo de salida, los lagos sufren un alto grado de evaporación. La temperatura del aire en el verano supera los 45ºC. Es en esta época cuando una costra de sal brillante emana en la superficie de los lagos.
Cosas que debes saber antes de nadar en Oasis de Siwa
Antes de adentrarte en el agua salina de estos lagos, aprecia la vista desde la colina Gebel Dakrur situada en Shali. Es allí donde una leyenda local cobra vida.
En algún lugar de esta colina se encuentra la entrada oculta a una mina de esmeraldas. Un sorbo de agua de manantial es suficiente para ver a un genio indicando la entrada a la mina. Con esta señal, conseguir una piedra preciosa es 100% seguro.
Lo malo es que, hasta el momento, no hay señal precisa que lleve al yacimiento.
Al ser una comunidad tradicional y pequeña, el acoso hacia las mujeres, prácticamente, no existe. Es seguro para aquellas mujeres que viajan solas.
La salinidad del agua no permite que nades en ella, aquí solamente flotas y te dejas llevar. La densidad del agua es mayor a la densidad del cuerpo humano. Para quienes no saben nadar, es perfecto porque es imposible hundirse.
Las recomendaciones:
- Utilizar un traje de baño viejo porque debido a la sal, la tela puede arruinarse.
- Olvídate de tallarte los ojos, la boca y las orejas. Cuando el agua se seca, la sal cristalizada en esas zonas será bastante incómoda. Tampoco es recomendable sumergir la cabeza en los lagos salados. Únicamente el cuerpo.
- Para proteger tu piel de la sal, evitar rozaduras e irritaciones, no te depiles antes de visitar Oasis de Siwa. La sal puede causar daños en tu piel recién depilada.
- Una vez que decidas salir del agua, enjuaga todo tu cuerpo. La sal cristalizada resulta incómoda y sentirás como se quiebra tu piel.
- La mejor época para visitarlo es de octubre a abril.
- Una visita de dos o tres días es suficiente para conocer y disfrutar de sus encantos.
¿Qué más visitar?
Shali es la ciudad más grande de Siwa. Aquí hubo construcciones monumentales hechas de barro sin cocer -arcilla local- en el siglo XIII. Tanto las murallas como las casas residenciales de la época fueron destruidas después de las fuertes lluvias de 1920 y 1930. Ahora, no son más que montañas de barro seco. A pesar de todo, son el atractivo principal de la ciudad, pues relatan la historia medieval de la región.
Un paseo por Shali es un viaje en el tiempo. Por un lado está la modernidad del centro Midan el-Suk donde los hoteles, restaurantes y tiendas de artesanías local cobran vidas. Y por el otro está la tradicional Casa Siwa construida con ladrillos de arcilla local y que tiene una colección etnográfica con ropa, muebles e instrumentos musicales antiguos.