Dentro de los más de 22 mil km² que conforman el Estado de México se encuentran las cascadas de Aculco. Una joya natural enclavada en la comunidad de San Lucas Totolmaloya.
Conocidas también como las mini Niágara mexicanas éstas son el destino perfecto para relajarte escuchando los sonidos de la naturaleza sin ir muy lejos de la Ciudad de México. Las protagonistas en esta nota son las cascadas: la Concepción y Tixhiñú.
El camino al paraíso
Llegar a las cascadas de Aculco en el Estado de México tarda, aproximadamente, dos horas y 15 minutos partiendo desde el Ángel de la Independencia en CDMX.
La carretera Querétaro/México 57D tiene una desviación a Aculco. De ahí hasta las caídas de agua son 40 minutos más en el carro. No necesitas un automóvil 4×4, uno pequeño puede llevarte hasta ahí. El terreno no es accidentado, pero está en medio del bosque y el auto sí debe estar en perfecto estado.
En la cima de la cascada puedes estacionar el carro, es posible que los locales te cobren entre 15 y 20 pesos mexicanos. Una vez estacionado, puedes bajar caminando hasta la poza que se forma a faldas de la cascada.
La relación con el agua
Aculco significa donde tuerce el agua, aunque otras versiones apuntan a dos aguas como otro significado. Esto porque en el subsuelo hay mezcla de agua dulce y agua salada.
La hidrografía de este Pueblo Mágico pertenece al río Moctezuma. En Aculco hay dos cuencas importantes: río Ñadó y río Prieto. Río Ñadó es el responsable de alimentar la afluencia de las cascadas de Aculco en el Estado de México. De ahí, las cataratas la Concepción y Tixhiñú nacen.
El clima en esta región es semifrío y subhúmedo en verano. Lo que significa que el caudal de las aguas es más abundante en temporada de lluvia. Las lluvias comienzan a finales de marzo o a principio de abril y terminan en noviembre. Es en ese momento la mejor época para visitarlas y verlas llenas de vida. Durante el invierno las temperaturas pueden llegar a temperaturas bajo cero y el nivel del agua disminuye bastante.
Las cataratas mexicanas
Tixhiñú es una cascada mucho más íntima rodeada de vegetación en donde reina la tranquilidad. Es ese rincón que buscas para disfrutar del sonido de la naturaleza sin distracciones.
Alrededor de la cascada el olor de los pinos se mezcla con los fresnos y el eucalipto. Al fondo, pueden sentirse notas de gladiola, azucenas y dalias. Mientras desciendes a la poza que forma a los pies de la caída de 15 metros de Tixhiñú, las hojas gigantes de las plantas elegantes se cruzan por tu cabeza. El suelo es resbaloso y húmedo, unos zapatos antiderrapantes te salvarán de varias caídas.
La Concepción cae 25 metros sobre una pared de basalto. Puedes contemplar la caída desde el borde de la cascada o desde un mirador al otro lado de la caída principal. También, descender hasta la poza y refrescarte con el agua del río. En este punto es un must nadar en la poza y sentir el golpeteo del agua sobre la espalda. Tiene un efecto de hidromasaje natural que, en serio, no querrás perderte.
Las paredes que se encuentran alrededor de la cascada también son aptas para practicar rappel. Puedes contratar el servicio en el centro de Aculco o llevar tu propio equipo.
Una vez que hayas disfrutado de la naturaleza, regresa al centro de Aculco a comer un poco de la gastronomía local: enchiladas de mole poblano, tacos de barbaco o tacos de carnitas.